Yo lo que no entiendo es que, teniendo en nuestro Mar cadáveres de bebés flotando como si fuesen boyas, aún tengo que escuchar a diario a la gente cercana decir "que se vayan, que no vengan, que aquí no les queremos". Y un largo etece de comentarios ininteligibles a la condición humana.
Yo es lo que no entiendo.
Cómo se le olvida al ser humano la historia de su propia vida, aquella de la maleta en mano cruzando fronteras.
Peleamos fuerte por ganar dinero, comprar casas y que nuestros hijos lo tengan todo.
Algunos pelean tan solo por no ver claudicar a sus hijos entre las olas del mar. Por aguantar un poco más el nado, el frío...
Por una sonrisa y un vaso de agua para sus hijos darían la vida.
Qué no nos veamos nosotros nunca caminando entre las tinieblas del horror, con una bomba detrás, una valla de espino delante, un niño arriba y una alfombra de muertos abajo.
Esas son sus fronteras.
Y las nuestras, no vayamos a abrirlas no sea que vayan a lograr entrar.
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